Chica sauce, chica flor, chica sin nombre o perdón.

Melena de sauce, henchida de pena contra el viento lloras,
voces arcaicas, conjuros de Gaia, pueblan la garganta acuchillada sin gracia.
Historias, de final incierto, reclaman pestañas colmadas de savia,
el verdor de un cuerpo enfundado en rosas,
por pezones, dos espinas talladas en madera caoba.
Prende, prende y renace, en el bosque se cuecen murmullos, arrullos de nueva vida.
Minutos estacionales paren destellos de paz y vigor,
lecho sombrío, cámara de sombra naciente,
crece,
el rumor de la maldad se extiende,
suprema, puebla ríos y colmenas, reina abeja se subleva.
Tala a traición, matricidio, la flor que le dio la vida,
escupe, el polen que recorre sus medidas,
ahoga siglos de nación en el roto corazón.
Con sus garras talla el destino,
bruja de verdades,
el homicidio de lo extinto es solo el principio.

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